miércoles, 23 de febrero de 2011

El “tocuen” de los votos impugnados en las encuestas



En año de elecciones, sabemos que algo que ya se encuentra y se va a encontrar por doquier tanto en los medios como en la blogósfera son las encuestas electorales. Recientemente leí acá y acá dos encuestas que me llamaron la atención por una de las categorías en la que se encuadra a las respuestas de los encuestados: Los votos impugnados. (A primera vista no se ve nada, conviene hacer clic sobre la imagen y se tornan legibles los datos).

 En 2001 tenía 14 años, pero me acuerdo que había un gran movimiento pidiendo que los votantes impugnaran su voto frente a la crisis de representación de los partidos políticos. Nunca me había cuestionado si eso era así, solo lo di por sentado, hasta que una vez en la Facultad estudiando Derecho Electoral me dijeron que ningún elector podía impugnar su voto. ¿Por qué? El Código Nacional Electoral dice:

Artículo 91. - Impugnación de la identidad del elector. Las mismas personas también tienen derecho a impugnar el voto del compareciente cuando a su juicio hubiere falseado su identidad. En esta alternativa expondrá concretamente el motivo de la impugnación, labrándose un acta firmada por el presidente y el o los impugnantes y tomándose nota sumaria en la columna de observaciones del padrón, frente al nombre del elector. (cursivas mías)

En resumen: Las autoridades de mesa pueden proceder a la impugnación del voto solo por razones de identidad del elector. Es decir que es un procedimiento que se realiza antes o en el momento de votar y no tiene relación con lo que haya dentro del sobre de votación. Se puede decir que el porcentaje es tan bajo que no afecta lo que la encuesta quiere mostrar dado que un 1% no produciría sesgos en la respuesta. Pero yo quería señalar que el cuestionario que ofrece al encuestado la opción de impugnar su voto está mal diseñado y traerá análisis erróneos, así como también el encuestado que en caso de una respuesta abierta (sin opciones predeterminadas) responda que impugnaría su voto, se estaría dejando llevar por una opinión tan extendida como errónea.

P. D.: El lector interesado puede consultar entre otros la completa guía de Argentina elections donde se trata este tema y muchos otros más.   



sábado, 12 de febrero de 2011

Notas sobre “El oficinista” de Saccomano

Leí el libro de Saccomano (editorial Seix barral, 2010) y me parece altamente recomendable. En dos palabras podemos decir que la novela cuenta la historia de un empleado atrapado en la tragedia de su rutina cotidiana. Pero sería al menos pobre si me quedara solo ahí. Porque la novela desde mi punto de vista es una aguda crítica a las sociedades modernas. No hay en la historia individualidades, solo roles (el oficinista, la secretaria, el jefe, el compañero) y los diálogos están en estilo indirecto. Esto logró un efecto de ubicuidad impactante: el oficinista puede ser leída como la historia de cualquier persona en cualquier lugar, así como también los otros protagonistas de la historia. Más en este capitalismo posindustrial terciarizado, en el que la figura central dejó de ser el obrero, para pasar a ser el “White collar” como lo llaman en Estados Unidos y que es analizado por Marcuse en El hombre Unidimensional, tan bien satirizado por Woody Allen al principio de Bananas.
El oficinista está preso en su propio trabajo del que nunca tenemos una descripción precisa: siempre tiene que hacer lo que su jefe le dice. Su trabajo no lo hace sentir más humano, sino todo lo contrario: lo hace sentirse un fusible dentro de un tablero que puede ser reemplazado ante cualquier “racionalización de personal”  como está descrito magistral y satíricamente en el libro:
“En cualquiera de estas instancias no tiene sentido discutir la orden que ha venido desde arriba. Ningún argumento modificará la sentencia de la superioridad. Lo que explica la mansedumbre con que el despedido acepta su nueva realidad”(pág. 67)
“los cambios muestran su verdadero objetivo: que todo siga igual…[el oficinista] se agarra fuerte del escritorio, agacha la cabeza y espera que el viento pase” (pág. 69).
La condición humana al mejor estilo dostoievskiano, como se cita en la misma contratapa,  es descripta como abyecta y humillada. Además el oficinista debe soportar lluvia ácida, viajes como ganado en subte y helicópteros que patrullan la ciudad las 24 horas. ¿Tiene reacción el oficinista ante esto? ¿Qué relación tiene con esto la figura del otro que atraviesa el relato? Lean el libro
 Pero el oficinista no puede encontrar refugio en su familia pues su mujer es una suerte de monstruo horrible que lo detesta y sus hijos están atrapados en la fantasía consumista. A diferencia de los suyos el oficinista cree que “el destino no puede ser  ni un lavaplatos automático ni un jean” (pág.43).
Uno de los lugares de este sinsentido cotidiano son los medios de comunicación. La esposa se somete a la catarata de noticias puestas con cierto tono satírico y lo único que logran es mostrarle su impotencia, como bien resume Capusotto en “¿Hasta cuando?” Cualquier parecido con la actualidad no es en mi opinión pura coincidencia. Además muestra como se genera un estado de indiferencia total con la tragedia del resto, pues en los medios todo pasa y nada queda.  Tampoco le parecen divertidos los programas de entretenimiento que no sirven para difundir la cultura sino para humillar a sus participantes
El oficinista prefiere leer revistas científicas pues cree que así encontrará algún sentido a lo que le pasa, pero le ocurre lo contrario: la ciencia desencanta el mundo, como dijo Max Weber en la ciencia como Vocación y deja al hombre cada vez más solo en el universo avanzando en nuevas inquietudes antes que en respuestas.
 La religión tampoco es una respuesta para su soledad. Con cierto tono satírico El capítulo relata como  hicieron cargar de culpas al oficinista, como lo hicieron lavarse y como lo arrodillaron y le pidieron que confiese sus pecados “tiene que sacarlo todo afuera, le grita el pastor” (pág.181)  Después de tanta lectura sobre la ciencia el oficinista no concibe que “si todos unimos nuestras manos en plegaria, el cielo se abrirá”. No, el oficinista piensa que la única realidad es esta.
¿Cómo encontrar consuelo en esta inexorable soledad? En el amor de una mujer abyecta como el: la secretaria de la oficina.  Este amor no exento de conflictos atraviesa toda la novela y es desde donde el oficinista encuentra fuerzas para seguir adelante con su vida. ¿Tiene un final feliz? La respuesta a  todas estas preguntas en la apasionante lectura del libro.