Tratando de terminar un escrito hecho con un amigo para intentar presentar en algún lado y agregar unas líneas más al CV, me reencontré con una nota ya un poco vieja de Alejandro Fabbri que trata temas relacionados al escrito que hicimos. La premisa central del artículo de Fabbri en resumidas cuentas es que las condiciones socioculturales del país se reflejan en la práctica del fútbol. El periodista escribe:
“Todas las voces de protesta, la enorme cantidad de reclamos ejercidos en función de cómo le ha ido a cada equipo, forman parte de las reglas que hoy se afirman en el fútbol argentino. En un país acostumbrado a celebrar la ventajita, aplaudir a quien saca provecho de alguna debilidad o del aprovechamiento de las fallas y la falta de sanción arbitral, vale todo. No nos olvidemos que se vive como se juega, según han dicho los que saben: el truco es el juego nacional de naipes. Un divertimento en el que se miente, se engaña, se ridiculiza al rival y es un monumento al embuste. Bien argentino. La gambeta, característica del fútbol argentino, es un poco eso también: voy para allá y te engaño, porque en realidad pensaba ir por el otro lado, así te dejo en ridículo. Hoy está de moda tirar la pelota afuera y correr alegremente a sacar el lateral como si la hubiera rechazado un rival…” (negrita en el original, las cursivas son mías)
Primero algunas preguntas: ¿Cómo sabe Fabbri cual es la esencia argentina? ¿Fuimos, somos y seremos de una única manera “acorde a nuestra historia”? Mi primera crítica se resume así: si existen esencias, como parece postular en la nota, no hay posibilidades de cambio, porque toda esencia es, por definición, inmutable. Además puedo decir como segunda crítica, que sostener a la gambeta como un reflejo de la esencia argentina es tan errado como los dichos de Cappa de que hay “fútbol de izquierda y de derecha”. Muchachos, los clubes no son empresas recuperadas y un equipo que juega con cuatro en el fondo no profesa una ideología conservadora, solo quiere reducir las posibilidades de que le hagan goles…. Decir que el fútbol nos refleja como sociedad es incorrecto y también bastante empobrecedor. Asimismo termina teniendo un efecto paradójico en el argumento de Fabbri: sostener a través de la “teoría del reflejo” que los argentinos somos de una sola manera contradice el supuesto “progresismo” de la crítica de Fabbri subsumiéndola en un férreo conservadurismo.
Por eso a mi me interesa pensar, siguiendo en parte a Luis García Fanlo, que el discurso futbolístico- y no el fútbol como juego- es solo uno de los discursos sobre la argentinidad que conforma determinados sujetos y deja determinadas marcas sobre los cuerpos de las poblaciones. En otras palabras, desde mi opinión sostenida en una concepción foucaultiana del poder, el fútbol no nos muestra como verdaderamente somos, sino el discurso sobre el fútbol contribuye, junto con otros discursos diferentes, a la producción de verdad necesaria para “informarnos” como sujetos de determinada forma, algo indispensable para cualquier ejercicio del poder. Nuevamente y para ir cerrando, mi planteo es que el discurso sobre el fútbol- ni verdadero ni falso a priori- puede contribuir a la incorporación natural de ciertos estados de cosas, cuya desnaturalización es necesaria para pensar críticamente y para pensarnos de manera diferente a nosotros mismos.
P.D: Las críticas al artículo de Fabbri están hechas solamente por mi y son de mi absoluta responsabilidad.