sábado, 11 de septiembre de 2010

La web 2.0 no perdona




Finalmente leí the web means the end of forgetting , y como me pareció  interesante acá van unos comentarios. El artículo, como ya había dicho, narra una serie de hechos que le ocurrieron a algunas personas por un mal uso de las redes sociales: a una chica la echaron por poner que estaba aburrida en su trabajo, a otra no le otorgaron un puesto en una universidad por unas fotos de pirata. Esto, como bien marca el periodista Jeffrey Rosen, lleva no solo a una amenaza a la privacidad sino también una amenaza existencial: no somos los dueños últimos de nuestras identidades pues sin olvido, las personas no pueden evolucionar y reinventarse: Nuestras peores acciones pueden saberse por cualquier persona que existe y que existirá.

¿Qué hacer en un mundo que nunca olvida? ¿Existe posibilidad de perdón y de aprender de nuestros errores? Rosen es en principio pesimista pero para encontrar vías de acción concretas, se contacta con varios abogados. Uno de ellos Michael Fertik, es el fundador de la firma  “Reputation Defender” que se ocupa de limpiar la imagen online de sus clientes basándose en que  “El derecho a un nuevo comienzo y el derecho a la identidad propia han estado siempre entre los más bellos ideales americanos” (trad. Mía como todas las que aparecen). Pero esto según el autor de la nota no alcanzará pues en un futuro no muy lejano los buscadores de imágenes se combinarán con búsquedas en las redes sociales, permitiendo al usuario identificar a cualquier persona que se cruce con solo tomar una foto y buscarla en Internet.

Otro de los abogados, Jonathan Zittrain, quien enseña “cyberlaw” en Harvard, propone la idea de una “bancarrota de la reputación” para prohibirle a los sitios de Internet retener información luego de 10 años. Todas estas consultas parecen haber sido en vano porque en general “los jueces americanos sostienen que si alguien hace público algo frente a un grupo de personas, no se puede detener a estas si desean compartir esa información con el resto del mundo”.

Buscando por otro lado, el periodista plantea que las aplicaciones de los sitios propongan una fecha de expiración de la información, algo que ya están haciendo Google y otras aplicaciones pero que tiene mucho camino por recorrer.

El aspecto que más me interesa es el acierto en señalar la imposibilidad de olvido que genera esta tecnología. En la nota se dice Wiktor Mayer-Schönberger en “Delete” citó el cuento de Borges “Funes el memorioso”  quien al recordar todo lo que veía estaba imposibilitado de progresar y de pensar pues “pensar es olvidar diferencias”(Borges, 1996: 490). Complementando esta visión podemos leer en “las ciudades invisibles” (Minotauro, 1984) de Italo Calvino el gran relato de la ciudad de Zora:

“Zora tiene la propiedad de permanece en la ciudad punto por punto, en la sucesión de calles.. aunque sin mostrar en ellas hermosuras o rarezas particulares…Esta ciudad que no se borra de la mente es como una armazón o una retícula en cuyas casillas uno puede disponer las cosas que quiere recordar…” (1984: 26)

Si bien es cierto que Internet permite la introducción de novedades constantemente, es un espacio que no permite la evolución de sus miembros/internautas, pues es imposible “dar vuelta la página”, aprender, construir conceptos, y sobre todo construir una biografía. En Internet no hay posibilidad de cambio. Esto no significa que no hay posibilidad de novedades, sino que cualquier introducción de algo nuevo es irreversible e impredecible. Suena algo arendtiano el planteo y puede ser inexacto, pero sin entrar en una comparación profunda entre la acción y la “ciber-acción”, creo que es útil: cuando uno introduce algo nuevo a la web no es dueño último del sentido de sus actos, pero esto no genera una mejora en la vida en común, no hace política desde una perspectiva arendtiana. El debate acerca de si es política es imposible para este espacio, lo que quiero destacar es que toda acción en la web es irreversible ya que estamos eternamente atados a lo que hicimos “semejantes al aprendiz de brujo que carecía de la fórmula para romper hechizos” (Arendt, 1995: 106).

En resumen: la web 2.0 parece atarnos una piedra de tamaño creciente, imposibilitándonos todo nuevo comienzo, imposibilitando también que escribamos nuestra propia historia. Rosen concluye criticando a Zuckerberg que dice que Facebook “Refleja las actuales normas sociales que favorecen la exposición sobre la privacidad” pues eso va en contra de sus usuarios que están más interesados en proteger su privacidad que en ventilarla. Por mi parte, me pregunto: por tener influencia más allá de la pantalla ¿Facebook no creará nuevas normas sociales? Dejo abierta la cuestión. La segunda crítica de Rosen se dirige al CEO de Google, quien dijo que una persona debe vivir con las consecuencias de lo que publica en Internet sin que parecieran importarle todas las críticas ni todos los problemas que esto acarrea. Esta necesidad de un nuevo comienzo, que es una de las propuestas centrales del artículo, puede venir impulsada por nuevas normas sociales, como pedir que no publiquen determinadas cosas con el objetivo de lograr así una reconquista de la privacidad, necesaria para cultivar otros aspectos de la personalidad. No estoy proponiendo una recuperación de la teoría de los roles, pues a través de Internet los distintos planos de nuestra vida tienden a converger en una única dimensión. Solo que como dice el periodista una persona no es peor ni menos apta para un trabajo por haber salido una noche con amigos. Tenemos que desarrollar nuevas maneras que no sean solo virtuales para relacionarnos, nuevas maneras de definirnos sin que nos importen los tags de una foto. Sugiero esto porque Internet no va a desaparecer como la Zora de Calvino, los que tenemos que cambiar somos nosotros en nuestra manera de usarla para aprovechar mejor las posibilidades que nos brinda e integrarlos para un mejor funcionamiento de la sociedad.

Bibliografía citada

Arendt (1995) “De la historia a la acción” Barcelona: Paidós
Borges (1996) Obras Completas. Buenos Aires: Emecé
Calvino (1984) Las ciudades invisibles. Buenos Aires Minotauro.

1 comentario:

  1. No sé si será Reputation Defender, pero yo había escuchado hace un tiempo de un grupo que se dedicaba a acciones legales + hackeos, y que hacía lo mismo, te limpiaba de internet.

    Acá igual seguramente podrías meter unos cuantos habeas data y chau.

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